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Estas amigas y ahora socias se conocieron en el año 1989 en la carrera de Licenciatura en Sistemas en la UBA. Estudiaron a la par y una vez recibidas cada una tomó su rumbo profesional. Sin embargo, el destino las haría coincidir en la misma empresa -en distintas actividades- hasta hace dos años.

Ambas con 48 años, decidieron que era momento de abrir su propio camino juntas. Los días iban pasando y las charlas de café se hacían más frecuentes tratando de encontrar un proyecto que las enamore. Tenían claro que debía ser un emprendimiento tecnológico, que "las apasiona", donde poder volcar sus experiencias laborales. Además, tenía que ser un proyecto que las completara como personas y donde poder "dejar su huella".

Una de esas tardes en una conversación hablaron de sus padres ya mayores y de los inconvenientes que tenían para ubicarlos cuando salían de sus casas o si tenían algún problema y no se enteraban. Querían encarar algún tema que las tocara de cerca y ese fue el disparador que necesitaron para comenzar su nueva misión.

Salieron a luz miles de interrogantes ¿Qué sucede con aquellos que insisten con que pueden cuidarse solos, quién ayuda a los que tienen que seguir saliendo a la calle, qué ocurre con los que deben quedarse en su casa, pero salen igual o qué se hace con lo que salen y se desorientan?

"Con 92 años mi padre esta re bien y se maneja solo. Farmacéutico hoy devenido escritor, coordina semanalmente un taller literario, pero no usa celular y la preocupación con mis hermanos era una constante si le pasaba algo en la calle", cuenta Fernández a LA NACION.

Se pusieron a averiguar cómo solucionaban en otros países esas dificultades con los adultos mayores y se encontraron con mucha tecnología aplicada a ellos. Estudiaron los distintos productos que había en el mercado, priorizando los que fueran de fácil manejo para los usuarios.

"Queríamos democratizar la tecnología y mejorar la calidad de vida de aquellas personas en situación de vulnerabilidad a través de dispositivos tecnológicos, como relojes con GPS, botones SOS para emergencias, sensor de caídas con envío de alerta automática, alerta por alejamiento de su casa, entre otros", describe Fernández.

Proyecto en marcha

Y bajo el nombre de TechFuture, a mediados de 2018 comenzaron a importar los primeros artículos. Hoy, los dispositivos tienen valores que van desde $5000 hasta los $12.000. A cada uno se le debe sumar un chip de una compañía de teléfonos, que puede ser prepago.

"Son accesibles comparado a un celular simple. A cada familia le buscamos un producto con las funcionalidades específicas que mejor se adapte a sus necesidades a la hora de complementar el cuidado y monitoreo de los adultos mayores. Mi papá fue uno de los primeros en hacerse del dispositivo", dice.

Si bien en un principio el proyecto fue encarado en vista a los adultos mayores, existen otros segmentos vulnerables de la sociedad para los que también son útiles, como el espectro autista, la demencia senil, el Alzheimer, síndrome de Down y violencia de género.

Cuando se decretó el aislamiento social obligatorio, las consultas en la compañía por adultos mayores se triplicaron y las asociadas a violencia de género se duplicaron. Semanas atrás, la compañía recibió la certificación como Empresa B, cosa que llenó de orgullo a sus socias.

"Formar parte de un movimiento global de empresas que mide el éxito por el bienestar de las personas, de las sociedades y la naturaleza es grandioso. Sabemos que con compromiso es posible perseguir el triple impacto económico, social y ambiental y día a día trabajamos para lograrlo", señala Dardik.

La madre de Dardik quedó viuda muy joven y tiene Alzheimer desde hace muchos años. Si bien está internada y a pesar de lo avanzada que está la enfermedad, sigue manteniendo un vínculo muy estrecho con ella. "Ojalá hubiera tenido alguna ayuda tecnológica como esta en los momentos en que mamá se perdía", concluyó.

FUENTE: Diario La Nación

Según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) la población mundial está envejeciendo a pasos acelerados. Entre 2000 y 2050, la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, pasando del 11% al 22%. El cambio demográfico será cada vez más rápido e intenso. El hecho de que podamos envejecer bien, manteniendo cierto nivel de independencia, depende de muchos factores y si bien la madurez definitivamente tiene sus ventajas, envejecer a menudo significa la pérdida natural de ciertas capacidades físicas, sociales y de inclusión laboral.

Conscientes de esta necesidad y motivadas por sus inquietudes personales, sus situaciones familiares, y su experiencia previa en el ámbito de la tecnología, Natalia Fernández y Silvina Dardik fundaron TechFuture, una compañía argentina que ofrece dispositivos capaces de empoderar y mejorar la calidad de vida de los usuarios y acompañar también el envejecimiento activo de las personas.

En Argentina el 10,2% de la población tiene algún tipo de discapacidad o limitación, según datos del INDEC. Para las impulsoras de TechFuture, la democratización de la tecnología es clave para mejorar la calidad de vida de esa población, e incluirlas laboral y socialmente, ya que sólo el 32% de las personas con discapacidad en edad laboral logran acceder a un trabajo remunerado.

Bajo el lema “Tecnología para Cuidarnos” el emprendimiento se especializa en productos electrónicos de última generación relacionados con la seguridad personal y familiar, tercera edad y Alzheimer, espectro autista y otras discapacidades. Inseguridad y violencia de género son también problemáticas sociales con las que buscan que sus dispositivos aporten soluciones.

Algunas de las funcionalidades de los dispositivos para personas con ciertas limitaciones son:

  • Monitoreo en tiempo real (los familiares/cuidadores pueden ver exactamente dónde está la persona)
  • Alerta de caídas (los familiares/cuidadores reciben una notificación al instante)
  • Botón SOS (el usuario puede presionarlo para avisar que requiere ayuda)
  • Llamada por voz (el usuario puede comunicarse con sus números amigos, ya sea para recibir o emitir llamadas)
  • Llamadas en altavoz (para que los familiares/cuidadores puedan comunicarse con el usuario sin necesidad de que conteste, en caso de emergencia)

Emprendedoras y amantes de la tecnología, Silvina y Natalia se conocieron en la facultad, y desde ese momento se hicieron amigas. Comparten una misión: democratizar la tecnología y ponerla al servicio de las familias en pos de su bienestar. Cada día reciben muchísimas consultas online sobre estas problemáticas que las desafían a encontrar nuevos dispositivos que sean tendencia y puedan hacerle la vida más llevadera a quienes lo necesitan.

“Sabemos que cada uno de nuestros dispositivos se transforma en un miembro más de las familias que nos eligen porque son aliados fundamentales en materia de cuidado y monitoreo. Pero también sabemos que hay muchas familias que desconocen las alternativas que existen para complementar esos cuidados. A través de diferentes encuentros de sensibilización pública, los invitamos a repensar cómo y para qué la tecnología ha llegado para cuidarnos”, cuenta Natalia Fernández, CEO & Co-Founder de TechFuture.

Por su parte, Silvina Dardik, considera que, para democratizar una solución, hay que darla a conocer. “Por eso, y con el objetivo de que la tecnología sea cada vez más accesible e inclusiva participamos activamente de foros y conferencias relacionadas con las temáticas que abarcan nuestros dispositivos: alzheimer, autismo, demencia senil, discapacidad y violencia de género, entre otros”, dice.

TechFuture además colabora con instituciones tales como Fundación INECO y la Asociación de Lucha contra el Mal de Alzheimer y alteraciones semejantes de la República Argentina (ALMA).

FUENTE: Rouge/Perfil

FUENTE: Revista Locally